Escribe: Gasparin
Después de llevar a su niña a la escuela se organiza para salir a caminar por la ciudad de Neiva con una grupo de cabras lactantes. Para Isabel Torres ya no es nada difícil caminar con ellas porque ya son doce años que las pastorea por calles y carreras: “Yo empecé cuando tenía 22 años de edad, con tres chivas, me fue bien, vendía el vaso a $500”, relata Isabel.
Ella recuerda que el dueño de las chivas no creía en sus potencialidades para vender, es más, lo pensó bastante para soltarle esas tres del rebaño, luego, cuando llegó con la plata y las chivas sanas y salvas, aquel hombre le dijo que podía disponer de sus animales. Pero, ella quería quedarse con el negocio, fue así como su papá le compró las 40 chivas; de ese grupo, explica Isabel, seleccionaron las que daban leche y las otras se vendieron para vender su carne. A partir de ese momento es el negocio familiar.
En el camino al centro de la ciudad, usted puede encontrarse con este afrodisiaco de leche de chiva, con miel, con vino y con Kola Granulada. Unos creen en el potencial de vitamina o la descarga de energía que contiene esa preparación, por supuesto Isabel lo confirma: “ La leche de chiva es muy medicinal porque estos animalitos comen mucho monte, y nosotros le damos cascaras de naranja, de plátano y lo que sobra de la galería”. Mientras se escuchan los gritos de la informalidad, las chivas levantan sus patas para agilizar la actividad de ordeño y mostrar las características de esta leche: espumosa, caliente y dulce.
Isabel Torres tiene sólo 7 chivas trabajando, el resto las tiene sus hermanos en otros lugares de la ciudad. Isabel vive en el barrio Panorama y la descripción de la periferia urbana es que muchas familias viven de la cría de animales; desde luego, porque allí están los campesinos que llegan a la capital del Huila en busca de oportunidades y seguridad. Isabel dice que cuando no se vende la leche hay quien se la tome en casa; ahora, lo que se vende es para sobrellevar los gastos del hogar.