Realiza: Johan Rojas
Betsabe Peña Jiménez vive en la vereda el ventilador de Gigante-Huila con su hermano Eliseo. Llevan más de 20 años viviendo en este sector. La alcaldía municipal los tiene en el programa de adulto mayor, recibiendo un auxilio y el almuerzo diario. Don Eliseo Peña no trabaja, dada su edad y su condición de salud. Sus amigos son quienes le arriman los palitos de leña para que él queme y saque el carbón de vender o a veces le llevan el carboncito.
Por su parte, Betsabe es la encargada de trabajar en la casa, cocina en leña y realiza los oficios diarios que acarrea una finca. Ellos recibieron algunas visitas de familiares cuando recién llegaron al municipio de Gigante. La última fue hace tres años, cuando fue un primo. Ahora, se conoce que el resto de sus familiares fallecieron a excepción de unos primos que residen en san Agustín y sobreviven en condiciones económicas peores a las que se ven en casa de Betsabe.
A pesar de todo, ellos afirman sentirse contentos porque Dios los acompaña siempre. Es más las personas que les ayudan son ángeles que Dios ha puesto en ese camino de la vida, entre estas el señor que les lleva el agua hasta su vivienda. En el castillo de bahareque, con puertas de zinc y paredes llenas de recuerdo, todo parece igual, hasta el mismo corredor y lugar donde está amarrada la perra… todo es penuria. El camino hacia los abuelos posee una quebrada, dos broches, una pequeña loma y un espeso monte, al final no se puede renunciar a los latidos lastimeros de aquel sabueso.
En el recorrido para llegar hasta su casa se siente el olor a mariguana, pero este par de abuelos no tienen queja alguna. Los hermanos Peña Jiménez aseguran que se puede vivir feliz sin necesidad de mucho dinero. Dos vidas que glorifican la solidaridad de la gente.