Escribe: Luis Fernando Gaspar S.
En la plaza de mercado campesino del barrio Calixto en la ciudad de Neiva, una de las pocas que se sostiene entre el alboroto moderno de los centros comerciales y la expansión de los fruver, se revive el sabor del trabajo agrícola. Aquí en esta plaza se congrega, campesinos y revendededores; familias que a la suerte o con ayuda divina esperan que sus productos se puedan vender. Para unos comerciantes las ventas les deja alguna rentabilidad y otros hacen este ejercicio comercial ya por costumbre, como le ocurre a la señora Aura Leytón que llega los viernes con sus productos agrícolas desde el corregimiento de Vegalarga.
Para la señora María Alarcón la inversión sólo es en tiempo ya que es una recolectora de frutos como son: las moras silvestres y el agrás , frutos que se dan en los montes y que sirven para curar la anemia y aumentar las defensas del cuerpo, además son atractivos en el comercio, pero que la gente prefiere buscarlos en los supermercados de cadena.
Fuente: María Alarcón. Campesina.
De manera que las grandes cadenas comerciales establecidas en la ciudad, comenzaron desde la última década del siglo XX a ejercer una presión en el mercado por desaparecer estas plazas campesinas. Así se ha ido perdiendo la tradición de que los campesinos sigan vendiendo sus productos en los centros urbanos y con menos costos al consumidor. Hoy, son contados los campesinos en estas plazas, la mayoría son revendedores, que también deben de ‘sudarla’ para poder competir con las grandes cadenas comerciales que importan los productos agrícolas.
Fuente: Mercedes Rivera Londoño. Campesina.
Juan Carlos Dorado, campesino del sur del Huila, siembra café para procesarlo, es decir tostarlo y molerlo para luego venderlo por libras en la plaza. Vive en la vereda el playón de San Agustín. Su café se encuentra en varias plazas de mercado del sur del Huila. Dorado considera que ser cultivador y comerciante de su propio Café le ha permitido generar unas ganancias como para sostener a su familia.
Foto de Juan Carlos Dorado.
Esta situación socioeconómica es el reflejo de la crisis de la zona rural y de la vida campesina, sin caer en el pesimismo de la violencia sentida, la carencia de infraestructura vial y la importación de productos agrícolas, como el maíz, el arroz y el café que son frutos también de estas tierras (ver infografía). Por supuesto, no se ha visto el respaldo de los gobiernos por la economía campesina del país. Entre tanto, Colombia se abstuvo de votar la Declaración sobre los derechos de los campesinos, el pasado 17 de diciembre en la Asamblea General de las Naciones Unidas; un documento que reconoce el trabajo cotidiano del campesino y su aporte al desarrollo del país.
Fuente: Minagricultura, Revista Dinero, Diario La República.