Escribe : Yuri Andrea Amelines
En el semáforo, por donde paso diariamente para llegar a mi casa encontré al señor Libardo Montealegre, un vendedor informal de frutas y quien trabaja en ese oficio hace muchos años en la ciudad de Neiva. Con él tuve la oportunidad de charlar amenamente y me contó que a pesar de sus 58 años de edad, hoy se encuentra enfermo a causa del sol, pero debe aguantar porque sino se trabaja pues no hay sustento para su familia.
La meta del señor Libardo es ejercer algún día, los ocho semestres de idiomas que curso en el instituto Yes de la ciudad de Neiva. También quiere cumplir el sueño americano de viajar a Estados Unidos y conseguir un trabajo más suave para ahorrar y darse los lujos que siempre ha soñado, como tener casa, carro y viajar mucho, conocer los monumentos gringos.
Desde que era muy joven ha sido vendedor informal, al igual que se ha destacado por ser muy serio en su actuar. En su personalidad se encuentra el reproche que siente al recordar las persecuciones policiales que ha vivido, todas coordinadas por las administraciones locales que salen en defensa del espacio público en vez de ayudar a mejorar las condiciones de aquellos que sobreviven vendiendo productos en la calle. Para él es muy molesto que no tengan en cuenta la situación económica de estas familias que no tienen un empleo digno y agrega: ” nosotros trabajamos por necesidad mas no por incomodar a ninguna persona, por lo contrario, el fin de los vendedores es prestar un servicio”.
La dedicación para su profesión es de un 100% pues vive de eso y como dice el “gato que no sale no encuentra hueso que roer”. Él trabaja con mucho entusiasmo, dice que en las ventas es importante la energía y gracias a ese trabajo es que puede comprarse sus cosas y lo más importante el alimento que lleva a casa.