ESCRIBE: Felipe Galindo.
El querer ayudar a los demás es su trabajo diario y lo ha hecho posible desde que se encomendó en la tarea de ser acólito de la iglesia de su pueblo, Palestina (Huila), su tierra natal. A sus 18 años tomó la decisión de ingresar al seminario en el municipio de Garzón, allí duró 3 años estudiando filosofía, luego entró a la comunidad de los pasionistas en la ciudad de Medellín y finalizó sus estudios de teología en Cajicá Cundinamarca y fue allí donde se consagró como sacerdote.
El padre Orlando Rodríguez Medina trabajó en la ciudad de Bogotá realizando talleres de ayuda a las mujeres que se dedicaban a la prostitución, estas mujeres no sólo tenían problemas de estar atrapadas en el mundo del pecado y la lujuria, sino también en la drogadicción. Fue en ese momento en el que al sacerdote Orlando le surgió la idea de ayudar a los llamados drogadictos y así consolidar esa idea que siempre había tenido, por eso ingresó a estudiar psicología en la ciudad de Neiva – Huila.
En el año 2009 al padre Orlando fue trasladado para el municipio de Palermo – Huila para predicar la palabra de Dios; estando en este municipio logró darle vida a su idea y creó la fundación el Buen Pastor, donde se acepta a las personas que tienen problemas con el alcohol y las drogas. La fundación inició a funcionar en el barrio el Altico en una pequeña casa, al pasar el tiempo esta vivienda les quedó pequeña, entonces el ex mandatario del pueblo Orlando Polo Pimentel les concedió el antiguo colegio San Juan Bosco para tratar a pacientes en busca de recuperación y hoy en día son 100 seres humanos que se encuentra entre los 13 a los 36 años de edad tratando de salir de ese mundo difícil.
En los 9 años, dice el padre Orlando, que lleva funcionando la fundación se han podido rehabilitar a un número importante de Personas. Entre tanto, una persona para rehabilitarse se demora prácticamente de 2 a 3 años, pero aquí en la fundación se maneja un lapso de tiempo de 6 meses y se le sigue haciendo el seguimiento profesional personalizado con el acompañamiento familiar. Es de anotar, que algunos no estarán de acuerdo con este tipo de fundaciones y otros apoyan porque son conscientes que este asunto de la drogadicción no tiene condición o clase social.