Foto: IGAC- Espectador.com
Escribe: Yessica Castro
San Agustín tiene cierto aire de misticismo porque es el escenario de la cultura agustiniana y en ella se hacían rituales, cantos, bailes, partos a la orilla del río; un mundo de encuentros de los ancestros con la madre tierra. También, desde la tradición se ha mostrado la preocupación sobre el futuro de estos lugares y en especial por cuidar los manantiales de agua. Así que se hace el llamado para que el Estado ya no sea indiferente con estos lugares y se recupere lo que se ha perdido o se armonice lo que se tiene, porque todo lo que posee este territorio representa un valor cultural, agrícola e histórico.
Foto: Mirian Montes, guía de turistas.
Mirian Montes es oriunda del municipio de San Agustín y lleva trabajando como guía de turistas en el parque arqueológico hace aproximadamente 5 años, además enseña inglés. Según Mirian, la historia del parque arqueológico de San Agustín la conoce desde que era niña y argumenta: “esa historia agustiniana me la enseñaron en la escuela y en la familia. Asimismo, los turistas que vienen de todas partes del mundo nos enseñan muchísimo. Prácticamente la historia ha cambiado mucho porque ya no tiene un contexto local, sino un contexto universal”.
Foto: Paisaje Natural y Arqueología
Entre tanto y según Montes, la fuente del Lavapatas es un mapa de la tierra cuando los continentes Lemúrida y Atlántida estaban todavía en la superficie. Entonces, podemos encontrar acá en San Agustín rasgos de diferentes civilizaciones. Ahora, dice Mirian, este sitio se encuentra muy poco apreciado por nuestros nacionales y como se ve no existe motivación por conocer la historia de nuestras raíces.
Foto: Lavapatas, lugar sagrado de la cultura Agustiniana.
Una historia contada por un número significativo de guías. En este momento en el parque se encuentra trabajando por lo menos 20 guías, en el pueblo hay 46 con registro y la suma sigue creciendo porque hay grupos que están estudiando turismo en el Sena. Algunos que sombreaban en la entrada del parque nos hablaron de la necesidad de querer profesionalizarse, de perfeccionar los idiomas para ofrecer un buen servicio, pues al parque llega mucho canadiense y franceses. Quizás esa necesidad de perfeccionar los idiomas sea aprovechada por los extranjeros que viven en la región para capacitar a sus compatriotas en estos temas históricos y de la cultura, y pues ahí la competencia sería más difícil.
Aquí, dice la mujer guía, “estamos sujetos a un turno y en realidad trabajamos por ahí una vez a la semana. Es difícil manejar un grupo de turistas pues hay personas que no aprecian este lugar sagrado, no obedecen normas y quieren acostarse en los sarcófagos, quiere tocar las esculturas, aprovecha cualquier momento para subirse a las piedras. Pero los extranjeros nunca hacen esto”.
Foto. Escultura “La chaquira”
Además, se corre el rumor que se quiere explotar esta zona que es rica en oro. En conversación con los guías, lo transcendental para este municipio es promover un desarrollo turístico acorde a las necesidades de las comunidades, la naturaleza y la cultura. Y concuerdan con fortalecer el agroturismo, ya que hay gente que están mejorando sus casas para que la finca sea demostrativa; al igual, ya se aprecia una producción de café con procesos de abono compostados u orgánicos.
Foto: De camino a la ‘Chaquira’.
Mientras tanto, la felicidad para mí, dice el guía y ambientalista Helvecio Silva, es que le compren un producto a la persona que reside aquí, es decir: “que voy a una molienda pues llevemos panela. Hay que contribuir más al desarrollo rural, comunitario y cambiar para mejorar”. En este territorio se cultiva de todo, se encuentra mucha agricultura, hay mucha comida, se cultiva café, plátano, maíz, yuca, fríjol, arveja, tomate de árbol, curuba, granadilla, lulo, mora.