Realizado por: Fernando Gaspar
Cuando tenía cinco años de edad le ayudaba a mi mamá a llevarle los Bizcochuelos hasta la galería o plaza de mercado, en el centro de la ciudad; esa era mi felicidad, de llevar un canasto de aquí para allá. Recuerdo también que disfrutaba del tren como nadie, no dormía de la emoción cuando había que madrugar para montar en ese medio de transporte para salir de la ciudad, era un viaje más que soñado. En mi niñez todo lo que había en la ciudad era causa de espectáculo, que el sonido del tren, luego del avión, o tan sólo el ruido de la televisión. Para ver televisión era un privilegio, pues era pocas familias que tenían ese aparato a blanco y negro, en mi caso tocaba ver esas imágenes entre las rejillas pues cobraban y la verdad yo no cargaba ni un peso.
Mi infancia fue muy bonita, disfrutando de los rajaleñas de mi papá, luego aparecieron las fiestas de san pedro de ese tiempo, que eran muy buenas porque eran más comunitarias y en casa había mucho amor entre los míos, allá en el barrio Quebraditas. Existía en ese entonces aproximadamente 25 barrios. Mi Neiva antigua era de ríos, la gente los aprovechaba para bañarse y para lavar, nosotros nos echábamos la volada para ver las muchachas lavanderas en las ceibas; recuerdo que mi padre fue un gran pescador. A los 12 años ya laboraba en el campo de la construcción, era ayudante de ese oficio. En esa época, sucedió el temblor del 67 que tuvo epicentro en el municipio de Campoalegre de la ciudad de Neiva, arrasando con Campoalegre y dejando daños en la ciudad. Las personas en esa época vivían de la ganadería y de la panela, aquí se sacaban panela por montones.
Los taxis anteriormente tenían partes amarillos y negros. Tenía 20 años de edad cuando inicie a desempeñarme como taxista y desde entonces han pasado 42 años en esta gran labor. Soy bachiller y he realizado cursos en el SENA. Quien me enseño a manejar fue Gustavo Artunduaga, dueño de la antigua ferretería “Hierros Neiva”. El me enseñó a manejar una camioneta para que le ayudará en diferentes labores. Además de eso también trabajaba con un taxi en los ratos libres.
En este oficio no todos los días son buenos, pues ya he tenido cuatro atracos de los cuales he salido ileso, Neiva se ha vuelto insegura y existen sectores más peligrosos y sobre todo en horas de la noche. Pero, me gusta este oficio, me gusta servir a la gente de manera honesta, por eso me ha ido bien en la vida, el trabajar como taxista me ha dado para sostener a mi familia. Esta es mi historia, la de Reinaldo Rangel Tovar.
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Me gustaría saber mas de su vida rey